Rebeldes estadunidenses llaman a globalizar movimientos sociales
Culminan tres días de celebraciones por el 75 aniversario del Highlander Center
Activistas avizoran que “las sabidurías del sur de EU se encontrarán con las del sur global”
Instan a negros, latinos y blancos a aliarse y asumir el principio zapatista de “mandar obedeciendo”
DAVID BROOKS (ENVIADO)
Desde 1932, en el Highlander Research and Education Center se han armado movimientos de resistencia. En la imagen, Martin Luther King, premio Nobel de la Paz 1964; Pete Seeger, legendario músico de folk; una menor no identificada; Rosa Parks, luchadora contra la segregación racial, y Ralph Abernathy, líder del movimiento de derechos civiles Foto: Archivo Highlander Center
Los pedagogos Paulo Freire y Myles Horton, fundador del Highlander Center (sentados) Foto: Archivo Highlander Center
Pam McMichael, actual directora de Highlander, y Maurice Turner, presidente del consejo de la institución educativa Foto: Amelie Ratliff New Market, Tennessee, 2 septiembre. En este oasis rebelde que ha transformado el panorama nacional culminaron tres días de celebraciones por el 75 aniversario del Highlander Research and Education Center, con un festival cultural, en el que los versos de Violeta Parra y el ritmo contagioso de Nueva Orleáns y el banjo y violín de estas montañas del sureste invitaban a continuar la misión de “acción colectiva por la justicia” para crear otro Estados Unidos.
Los ecos de las luchas sindicales de los años 30 y 40, el movimiento de derechos civiles, la justicia ambiental, la lucha contra el racismo y la homofobia, el altermundismo y más emanaban desde las fotos de reuniones de estrategia de mineros y textileros, de Martín Luther King y Rosa Parks, de acciones contra el Tratado de Libre Comercio y tantas más, con un fondo sonoro de himnos y corridos, gospel, blues, bluegrass, jazz y rap retumbando contra los montes, y en las voces de veteranos de estas luchas como las de nuevas generaciones.
Resistencia en el ombligo del imperio
Aquí, como desde 1932, este es uno de los pocos lugares en Estados Unidos donde afroestadunidenses, blancos, latinos e indígenas, entre otros, han encontrado una casa común desde donde armar rebeliones y movimientos de resistencia en el ombligo del imperio.
La influencia de Highlander se puede encontrar por todas partes: en luchas por la defensa ambiental en las montañas de este y otros estados de Appalachia, en huelgas mineras en Virginia, en movimientos por vivienda y salud en Luisiana o Carolina del Norte, en defensa y organización de migrantes, en nuevas iniciativas sociales de jóvenes y en la música y otras expresiones culturales del sur.
“Cultura empresarial que amenaza el planeta”
Por ejemplo, recientemente, a unos cuantos kilómetros de aquí, hubo un triunfo histórico en una lucha sindical encabezada por migrantes en alianza con blancos y afroestadunidenses.
En una planta de procesamiento de pollo en Morristown, en una región famosa por su antisindicalismo feroz, se lanzó un esfuerzo para afiliar a los casi 500 trabajadores, en su mayoría mexicanos y centroamericanos. El voto de 465 a 18 a favor logró instaurar por primera vez un sindicato en esa planta y poco después se aprobó de manera unánime el primer contrato colectivo.
“Eso es muestra de valentía, de coraje”, declaró Jim Sessions, ex director de Highlander. El centro aportó todo el equipo de traducción para el proceso, y mucha de su gente guió la estrategia. Pero aún más que eso, también fue muestra de la clave para el futuro de esta región, el país y el mundo, afirmó Sessions. “Las alianzas entre negros, latinos y blancos son claves para triunfar, para la solidaridad y la independencia, en la lucha contra una cultura empresarial que amenaza el planeta”.
Necesaria, la acción colectiva
Suzanne Pharr, otra ex directora de Highlander, habló de los desafíos a futuro, de “como la gente añora ser tratada justa y dignamente, de recuperar sus tierras y recursos. Nuestro trabajo no es sólo reconstruir nuestras regiones, sino reconstruirnos a nosotros mismos, buscar cómo curarnos y asumir una responsabilidad, y para eso necesitamos, como siempre, de la acción colectiva con esperanza y alegría”.
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